El tamal, de origen prehispánico, utilizado como una parte importante en las ofrendas a los dioses del panteón azteca. Además, el día 2 de febrero correspondía al inicio del primer día del primer mes del calendario mexica, llamado Atlcahualo o Quauitleoa. Oigamos a Sahagún:
"Este mes comenzaba en el segundo día del mes de febrero, cuando nosotros celebramos la purificación de Nuestra Señora. En el primer día de este mes celebraban una fiesta a honra, según algunos, de los dioses Tlaloques, que los tienen por dioses de la pluvia; y según otros de su hermana la diosa del agua Chalchiuhtlicuo; y según otros, a honra del gran sacerdote o dios de los vientos Quetzalcóatl."
Los mexicas empleaban tamales como ofrendas y como parte de los ritos que llevaban a cabo a lo largo de los meses que integraban su año ritual, como cuenta Fray Bernardino quien cita diez celebraciones en que se utilizaba este pan de maíz, pero sólo haremos mención al segundo mes, llamado Tlacachipehualiztli, fiesta Ayacachpixolo, en la que:
"... hacían unos tamales que se llamaban tzatzapaltamalli, hechos de bledos (amaranto) o cenizos; principalmente hacían estos tamales los del barrio llamado Coátlan y los ofrecían en el mismo (templo), delante de la diosa que ellos llamaban Coatlicue, por otro nombre Coatlantonan, a la cual estos maestros de hacer flores tenían gran devoción".
Este alimento tan mexicano acompaña las fiestas de las mayordomías como el tamal de ajo, de Texcoco, Edo. de México; los tamales de semilla de huanzontle, especiales para Semana Santa; y el tamal blanco de anís preparado para ponerse en las ofrendas de Día de Muertos. El tamal en México ha dejado un tanto su uso ritual para convertirse en uno de los alimentos más populares de consumo diario. Quien no conoce el tradicional desayuno del mexicano que podemos comprar en cualquier esquina: un vaso de atole (de fresa, cajeta, de arroz o el popular champurrado), un tamal rojo, verde, de rajas con queso o uno oaxaqueño con mole; ya sea solo o en torta dentro de una telera (pan blanco estilo francés). Hay una variedad infinita de tamales con ingredientes tales como: Los de sal: con chile verde, chile rojo, mole, frijol, ayocote, queso, cacahuate, huitlacoche, sesos, carne de iguana, de venado, de pollo, carne de cerdo, pescado, mariscos, haba, crema de pepitas, chaya, cazón, nopales, rana, biznaga, verdolagas, hoja santa, epazote, rajas de chile poblano, en los cuales siempre estará presente el chile como ingrediente principal. Los hay dulces con: nuez, pasitas, piña, coco, ciruela pasa, piñón, capulín. La forma de envolverlos es también muy variada: con hojas de maíz como las corundas de Michoacán; con hojas de elote secas que son la forma más popular; con hojas de plátano principalmente en la zona costera o tropical; con hojas de hierba santa los de frijol.
Por supuesto que el acompañante imprescindible del tamal es el atole hecho también de harina de maíz, o sea, el granillo que queda después de cernir la harina del maíz molido. El atole puede ser blanco, sin leche, o con leche; endulzado con piloncillo, con azúcar, con miel o con chocolate; con canela, con vainilla; puede tener sabor natural de frutas tales como: fresa, guayaba, tamarindo, ciruela pasa, nuez. El atole clásico es el blanco que se hace con masa de nixtamal y agua, el cual es aconsejado para aquellos que están enfermos; para tomarlo primero se muerde un pedacito de piloncillo, para luego sorber un trago de atole. No podemos olvidar al champurrado hecho con agua o leche, canela y chocolate, si se tiene cacao a disposición, pues mejor. Pero siempre será más sabroso si se sirve bien caliente.
Hdz. Almaguer Leticia
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